No, él no vino para salvarle. No tiene un corcel blanco, ni empuña una espada para defenderme. Mi marido no es mi príncipe, es mucho más que eso.
Él no es autoritario, ni utiliza la violencia o la fuerza para argumentar. Asume su paternidad en lo cotidiano y no desde un pedestal machista. Se involucra en todos los aspectos de la crianza y del hogar. Colabora sin que le tenga que pedir nada. Ejerce su paternidad con alegría, orgullo, agradecimiento y amor.
Mi marido no es mi príncipe azul. No es el hombre ideal de las películas, el valiente, el supremo. Él es humano, es sensible, es compañero, es leal, es fuerte cuando se necesita pero puede ser frágil y no se avergüenza.
Él no es mi superior, ni mi amo, ni mi señor, es mi par. No necesita llenarme de flores y obsequios para tapar sus ausencias o sus engaños, porque está siempre presente y la honestidad es uno de nuestros pilares.
No lo venero por miedo o por sumisión, lo hago por respeto, por admiración, por agradecimiento, por amor.
Lo envidio por momentos porque él tiene tantos dones que a mí me faltan, por eso le digo seguido que me casé con Budah. Pero soy conciente de que no es perfecto, de que también se equivoca y que todos seguimos aprendiendo juntos.
A veces pienso que soy como su “Tinkerbell” o una especie de consciencia extra que tiene, porque por momentos se pierde, se olvida de algunas cosas o no se da cuenta de algunas otras que para mí son tan obvias. Lo complemento, me complementa, aquí y ahora. Su optimismo es energía en acción.
Si no estuviera se que saldría adelante porque así soy, pero la vida perdería demasiados matices, colores que costaría mucho que volvieran a brillar y algunos jamás lo harían de nuevo. Pero si él ya no estuviera físicamente su legado de amor y compasión viviría en la eternidad de las vida que ha tocado.
No, mi marido no es mi príncipe azul, es mucho más que eso, es mi oveja negra favorita, mi compañero multicolor.
Ana Acosta Rodríguez, Mamá Minimalista
FACEBOOK: @MAMAMINIMALISTA
INSTAGRAM: @mamaminimalista / NUTRI_MAMA
Taaaan lindo post Ana! Me emocionó….porque , como siempre, me (nos) leo en tus palabras. Acá es igual; mi compañero es mi par. Y también como vos decís; si no la vida nos separa se que podría Seguir porque mi instino es Guerrero …pero no quiero. Elijo caminar la vida, criar, amar, aprender con él. Crisis, miles. Y salimos de cada una cada vez más fuertes. El matrimonio no es cosa fácil; es jodido aprender a verse reflejado en el otro; navegar las turbulencias de la paternidad, la crianza, la cotidianeidad, y salir airoso. Porque el amor, que siempre está, a veces no alcanza. Sin empatía, respeto, confianza y ganas de remarla no hay Unión que aguante. Y es un “trabajo” de todos los días.
Besote desde acá
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Eliana! Gracias por tus palabras! ojala algúndía nos podamos encontrar en algún lugar de este planeta y hablarpor horas mateo café pendiente. Tus palabras, como siempre, me tocan. A seguir remándola y cambiar el mundo aunque sea un poquito.
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Puf…Ojalá! Me encantaría. Mientras tanto, nos seguimos encontrando acá. Besote
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Hola Ana. Llevo 5 años casada y hoy especialmente tuve una crisis de esposa algo particular Y aunque trató de llevar la sabiduría de Dios al matrimonio, muchas veces, como hoy…. me nublo…. me pierdo. … Peri tus palabras trajeron a mi mente cosas q ya Dios había escrito en el corazón y q no había dejado salir. Gracias por este espectacular escrito.
Un abrazo!.
Moni Villegas
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Moni! Gracias por tu comentario, me llena el alma y que alegría que Dios me haya usado como su instrumento, amén! Cuando tengas esas crisis aferrarte fuerte a la palabra de Dios hecha acción en Jesus y habla con tu marido, oren juntos en la palabra seguramente encuentran guía para esos momentos. Mi marido es agnostico así que mi fe tiene que ser el doble de fuerte y eso implica también ceder muchas veces y elegir el amor por sobre el ego, porque Dios está en mi corazón! Yo tengo excusa. Feliz Navidad! Que el nacimiento de Dios hecho hombre renueve los votos de tu matrimonio.
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