– Mamá, ¿mi pene tiene hueso?
– No.
– ¿Entonces porque está duro?
Esa fue la pregunta de mi hijo de 4 años. Para cualquier mamá es uno de esos “momentos sorpresa” de la crianza en los que por un lado nos morimos de la risa por la inocencia y creatividad de las preguntas pero por otro nos sentimos nerviosos porque no sabemos que responder.
Las respuestas pueden variar: por un lado le puedo crear una historia fantástica multicolor para salir del paso. Pero vendrán los inevitables “¿por qué?” y la historia inocente se transformará en una bola de nieve de mentiras inconsecuentes.
Otra opción es hacerme la tonta y evadir el tema dejando huecos y dando a entender que en casa no hablamos de cosas relacionadas con el pene.
O simplemente puedo decirle con total naturalidad la verdad: porque el pene tiene tejido muscular y si lo tocas se pone duro o porque quizás tienes ganas de hacer pis.
Esa respuesta convenció a mi hijo y siguió jugando, pero quizás podría haber seguido con los imparables “¿y por qué?”, como es habitual y de ser así le hubiera seguido informando la verdad.
En casa tenemos el criterio de hablar con propiedad sobre los órganos sexuales y sus funciones. Creemos que es mejor llamarlos por su nombre: pene y vulva, porque al llamarlos de otra manera connotamos que esas palabras no se dicen, que son palabras sucias, las cargamos de significados que no tienen, generamos tabúes a su alrededor
Si desde pequeñitos sólo escuchan el “pipí” y la “chuchi” cuando se hacen mayores y escuchan la palabra pene muchos se horrorizan y cree que es una mala palabra cuando no lo es.
Si queremos educar sexualmente a nuestros hijos en la adolescencia y que ellos confíen en nosotros tenemos que demostrarles desde pequeños que de eso SI SE HABLA y se habla con propiedad y naturalidad. Pene y vulva no son malas palabras, no son palabras sucias, no tenemos porque avergonzarnos de usarlas.
Es una buena ocasión también, y según la edad, para explicarle a los pequeños que esas partes son privadas de cada uno y que nadie debe tocarlas a nos ser papá y mamá (quizás mencionar médic@, maestr@, abuelas) por higiene, para ayudarlos a ir al baño o por salud pero que nunca NADIE puede tocarlos de formas que les hagan sentir dolor o incomodidad.
Ana Acosta Rodríguez, Mamá Minimalistas
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