Mañana prometo tener más paciencia.
Mañana prometo no levantar la voz.
Mañana prometo decir más “sí” y menos “no”
Mañana prometo elegir mis batallas y dejar de lado el ego, llevarlos al parque sin el teléfono, dejar de apurarlos para que sigan mi agenda.
Mañana prometo no descargar mis frustraciones con ellos.
Peor esta noche, en la que siento que el caos cotidiano me ha chupado todas las energías dejándome como zombie mirando un punto fijo, prometo dejar de culparme y en lugar de martirizarme en una esquina de la cama dormiré abrazada a mis hijos, pidiéndoles perdón entre susurros y perdonándome a mi misma por los errores cometidos, con la absoluta certeza y la suficiente humildad como para aceptar que lejos de ser una madre perfecta de catalogo soy humana y a mi manera y con mis recursos trato de ser mejor cada día, porque al final de cuentas, un tropezón no es caída.
Autora: Ana Acosta Rodríguez, Mamá Minimalista
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