Ayer fue uno de esos días de la maternidad en los que nada sale como lo planeamos, esos días de total desconexión. De golpe me encontré a mi misma repitiéndome en la cabeza frases muy feas: “soy pésima en esto de la maternidad”, “estos niños merecen una mejor mamá”, “encima que paso todo el día pendiente de ellos parece que no puedo conformarlos con nada”, “quizás su vida sería mejor sin mi”
Ayer fue uno de esos días de almorzar a las 4 de la tarde, de cafés helados, de niños de mal humor a los que nada les venía bien, mamá extra cansada por una noche muy mal dormida, de peleas de hermanos con gritos y drama, de llegadas tarde, de comida en el piso. Al final del día, estaba muy tensa y se me escaparon unas lágrimas que disimule muy bien mientras cocinaba la cena.
Pero cuando tome consciencia de que había tenido todo el día esos pensamientos tan horribles en mi cabeza supe que tenía que parar y recordarme a mi misma que puedo tener días malos pero que eso no significa que yo sea mala. Entonces cuando se durmieron los chicos salí a hacer una caminata meditativa para analizar cuáles eran los motivos por los cuales yo me sentía así y me descargué con un par de amigas en Whatsapp.
Entonces me di cuenta de que si en realidad fuera tan mala como yo creía directamente no me lastimaría sentirme así, que solo el hecho de percibirme mala mamá significaba que mis hijos me importan tanto que quiero ser siempre la mejor versión de madre para ellos. Si fuera una mala madre no me dolería verlos llorar ni tampoco me importaría que comieran cualquier cosa o se la pasaran dopados en la tele todo el día. Si fuera tan mala mamá no estaría llorando mientras camino porque quisiera ser mejor. Si fuera tan mala mama directamente no sentiría culpa alguna.
Lo que esta culpa en realidad demuestra es que amo a mis hijos y quiero que sean felices y estén bien aunque eso significara alejarme de sus vidas, sería capaz de sacrificar la dicha de tenerlos a mi lado si eso me garantizara su bienestar y felicidad. El remordimiento significa que de verdad me importa ser la mejor versión de madre que ellos puedan tener. Y eso es lo más importante, porque la vida esta llena de días no tan buenos.
Entonces, ¿cómo dejar de ser una mala madre? Dejando de pensar o insinuar que lo somos. Si estás leyendo esto y te sientes culpable es porque no eres una mala madre.
Y como la culpa solo nos hunde en una espiral de negatividad te recomiendo que leas este artículo sobre las culpas maternas que a mi me ha ayudado mucho cuando pierdo el rumbo (sobre todo los mantras) y recuerda que no importa que tan malo haya sido tu día, mañana será una nueva oportunidad para ser mejores.
Si nos enfocásemos mas en los días buenos (que son la mayoría) y menos en los días malos no sentiríamos tanta culpa.
Autora: Ana Acosta Rodríguez, Mamá Minimalistas
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Bellísimo!
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Gracias Maria! abrazo
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