FUERTE
Cuando estaba embarazada fantasee muchas veces en cómo sería mi parto, lo que sentiría al abrazar por primera vez a mi bebé, como sería dar pecho. Nos imaginé esa primera noche acostados uno al lado del otro, tomados de la mano en una postal casi perfecta.
Me la pasaba viendo vídeos e imágenes en las redes de otras mamás en sus partos, se veían todas hermosas y perfectas con una felicidad mágica en sus rostros. No veía la hora de que llegara nuestro momento para enmarcar la foto ideal de nuestro primer encuentro.
Y cuando finalmente llegó el tan ansiado instante resultó que poco se parecía a aquellas imágenes perfectas que había visto tan ilusionada un tiempo atrás: las primeras noches no fueron tan idílicas como las pintaban.
Por supuesto que desbordaba de felicidad, pero también estaba dolorida, con el vientre partido en dos, los pechos a punto de reventar, fiebre, pezones sangrando, con la movilidad muy limitada, débil y cansada, sin poder ducharme sola, con dificultad para atender a mi bebé, con oxígeno porque no podía respirar y con la cara pálida, ojerosa y reseca, una cara que nada tenía que ver con la de las fotos que había visto en internet.
Feliz pero hecha polvo.
Ayer mi pareja me envió esta foto y mi primer impuso fue borrarla porque creí que me veía horrible, desarreglada y con la boca abierta, pero después de pensar un rato decidí guardarla para poder recordar siempre lo fuertes que somos las mujeres quienes aún hechas polvo estamos al pie del cañón.
Esta es lo foto que simboliza el amor y la entrega. Esta foto me hizo entender que el protagonista de aquel momento era él y no yo. Esta foto al igual que la maternidad es cruda, real y sin retoques y no la cambiaría por ninguna otra.
Texto: Ana Acosta Rodríguez, inspirado en Peñi Prieto.
Foto: Peñi Prieto.
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