Los hijos no son un trofeo. De ellos no depende tu felicidad. No vinieron a este mundo para llenar tus vacíos y tus terapias no echas. No son los responsables de tus problemas. No son adornos ni floreros que se puedan ubicar “calladitos y sin moverse” en el lugar de la casa que más te acomode. Los hijos no son muñecos que tuvimos para vestirlos con el look de moda aunque les duela. No vinieron a este mundo para ser la bailarina o el jugador de fútbol que no pudiste ser. Las hijas no son princesas sin voz a las que parimos para agujerar orejas sin permiso, sexualizar con ropa de adulta o tironearles el pelo para verse “bonitas”. Son seres humanos vulnerables, puros e ingenuos. No son objetos de exhibición, son sujetos con su propia voz, son humanos y merecen RESPETO.. Por favor no los cosifiques.
Texto: Ana Acosta Rodríguez
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